2 El efecto 99

“Había una vez un rey que no encontraba la manera de ser feliz, pues aun cuando tenía todos los placeres a su alcance debido a su inmensa riqueza, siempre se sentía vacío y nunca estaba satisfecho con lo que poseía. Tal era su infelicidad que admiraba a uno de sus empleados más pobres, que sin importar su condición económica, irradiaba dicha y gozo sincero por la vida. Motivando por lo anterior, fue a consultar con el sabio del reino quien le dijo:

Para poder explicarte la razón de tu infelicidad y la de casi todos los hombres, necesito que comprendas el “efecto 99”.

¿Y qué significa eso? – preguntó el Rey.

Para que lo puedas comprender necesito que consigas un costal con 99 monedas de oro. Y cuando lo hayas conseguido ven y podré explicarte.

El Rey fue de inmediato a conseguir lo que el sabio le había pedido y regresó con el costal. El sabio le dijo que lo que le seguía para poder comprender el “efecto 99” era que siguieran a escondidas al empleado hasta su casa, cosa que hicieron esa misma noche.

Cuando el empleado entró a su casa, el sabio puso el costal con las 99 monedas en la entrada de su casa, tocó a la puerta y corrió a ocultarse junto con el Rey.

Al abrir la puerta, vio el costal, lo recogió y entró de vuelta a su hogar. El sabio y el rey prosiguieron a espiarlo desde la ventana.

Cuando abrió el costal, el empleado quedó asombrado con su contenido, estaba encantado y sin perder tiempo comenzó a contar todas las monedas. Cuando terminó el conteo, se rascó intrigado la cabeza y comenzó de nuevo el conteo ya que él daba por hecho que en el costal debían haber 100 monedas y no solamente 99.

Al terminar el segundo recuento se desesperó y comenzó a buscar debajo de la mesa sin hallar rastro alguno de esa moneda faltante por lo que comenzó a angustiarse. Fue entonces cuando el sabio le dijo al Rey: – Te das cuenta, eso es justamente a lo que me refería con el “efecto 99”.

Él, al igual que tú, han dejado de valorar la mayoría de sus bendiciones para enfocarse en los pequeños detalles que creen les hacen falta. En ello radica vuestra infelicidad.”

Anónimo