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Amanecer del con aprendiz en la vida, con agua

Categoría: Cuentos Taoístas

16 Puede ser

«PUEDE SER»

«Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus paisanos le consideraban afortunado porque tenía un caballos que utilizaba para labrar y transportar la cosecha. Pero un día el caballo se escapó. La noticia corrió pronto por el pueblo, de manera que al llegar la noche, los vecinos fueron a consolarlo por aquella grave pérdida: – ¡qué mala suerte has tenido!, la respuesta del granjero fue un sencillo: – Puede ser.

Poco días después el caballo regresó trayendo consigo dos yeguas salvajes que había encontrado en las montañas.

15 La hoja de jade

«LA HOJA DE JADE»

«Había un hombre que pasó tres esculpiendo un trozo de jade para darle forma de hoja. Presentó su obra maestra al príncipe, que quedó muy impresionado y lo contrató.

La hoja paecía tan real que si se la ponía entre hojas de verdad no se la podía distinguir. Todo el mundo señalaba que era una obra de arte muy hermosa.

14 Espejo mágico

«ESPEJO MÁGICO»

«Iruku había querido mucho a su padre. Ahora, el anciano se había reunido con los antepasados. A menudo, cuando trenzaba una carta de bambú, Iruku pensaba: – Si mi mujer no hubiese sentido tanta aversión por mi honorable padre, él hubiera sido más feliz en vida. Yo no hubiera vacilado en mostrarle mi afecto, mi respeto filial. Habríamos tenido largas y dulces conversaciones. Me habría contado cosas de la gente y cosas del pasado.. Y así lo embargaba la melancolía.

Un día de mercado, Iruku el cestero, terminó su reserva de cesta más rápido que de costumbre. Se paseaba desocupado entre los puestos cuando vió que había un comerciante chino que solía vender objetos extraños. – Acércate Iruku, dijo el comerciante, –

13 La paciencia

«LA PACIENCIA»

«Un joven acababa de aprobar las oposiciones de mandarín, antes de tomar posesión de su primer destino oficial, organizó una fiesta con sus condiscípulos para celebrar el acontecimiento. Durante la velada, uno de sus amigos que ocupaba un cargo desde hacía lgún tiempo, le dio un consejo:

– Sobre todo, no olvides esto: la mayor virtud del mandarín es la paciencia.

El funcionario novato saludó respetuosamente al veterano y le agradeció cordialmente esta preciada recomendación.

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