«Un león sediento se aproximó hasta un lago para beber y al acercarse vio su rostro reflejado en el agua, entonces dijo:

-¡Vaya! Este lago debe de pertenecer a este león. Tengo que tener mucho cuidado con él.

Se alejó de las aguas, pero tenía tanta sed que regresó al acabo de un rato. Allí estaba otra vez ese león. ¿Qué hacer? No había otro lago cercano.